miércoles, 2 de febrero de 2011

¿Dormiste bien?


Siddhartha abrió los ojos y miró a su alrededor; una sonrisa iluminó su rostro, y una profunda sensación de despertar de largos sueños recorrió todo su cuerpo. Y en ese mismo instante en que el mundo que lo rodeaba
pareció desvanecerse y él se quedó solo como una estrella en el firmamento, en aquel momento de frialdad y de desánimo, se irguió un Siddhartha más sólido y fuerte, más posesionado que nunca de su propio Yo. Se dio cuenta de que aquello había sido el último estremecimiento del despertar, el espasmo final del parto. Y al punto reanudò su marcha, con paso rápido e impaciente, màs no a su hogar, no a donde su padre, ya no hacia atrás.

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